Las fosas de la memoria
Llanto: ni una lágrima más
Mientras haya una sola persona que esté derramando una lágrima en este país, habrá alguien que trate de darle lo que, quizá, le dé consuelo.
Afortunadamente no tengo a nadie en una de esas fosas. No tengo a nadie, pero sí capacidad de empatía, que es lo que les falta a los políticos del pepé, entre otras cosas.
A un ahijado de mis abuelos lo mataron con dieciséis años en La Coruña. ¿Por qué? Por que corría. ¿Hacia dónde? Huían sin saber hacia donde, pero sí sabían de qué huían. De los asesinos. Gracias al diario Público por la elaboración de este vídeo: