Orgullo y democracia
El PSOE en la Marcha del Europride en Madrid
Perdón por mi ausencia durante estos días. He estado ejerciendo de cicerone con un amigo inglés que ha venido de visita (por cierto, he tenido oportunidad de sentir vergüenza propia por lo sucia que se encuentra nuestra comunidad de Madrid). Aparte de recibir esta visita, hemos tenido la ocasión de acudir a la Marcha del Orgullo Gay de este año, que por cierto, a la vez hace treinta años de la primera que se celebró en España. Mientras muchos medios de comunicación procuran mostrar lo más llamativo y chocante de dicha fiesta, yo hago saber que es ésta una marcha por la diversidad y a la par por la igualdad, y que en ella hay de todo.
En dicha manifestación, en varias ocasiones, varias personas me espetaron que lo que no les agradaba especialmente es el observar que dicho acto reivindicativo se halle politizado con pancartas y banderas de sindicatos y partidos de izquierda. Mientras tanto para otros, el blanco de sus críticas es que se trata de un espectáculo en el que sólo se ven músculos, travestis o gente disfrazada.
A los primeros les pude decir que qué politización puede haber... ¿No sería lo ideal que todos los partidos acudieran a la cita? Para mí sin duda. Pero no es así. Y está politizado porque a día de hoy, unos son la hipocresía y la doble moral de siempre, los que todavía mantienen en el Tribunal Constitucional un recurso contra la reforma del Código Civil; aquéllos que todavía quieren que seamos ciudadanos de segunda. Y por otro lado están los que han dado la cara por nosotros, sindicatos, colectivos y partidos políticos, y sobre todo un gobierno que ha cumplido su palabra y su programa, pese a los ataques que pudiera recibir.
A los segundos les diré que la parte de espectáculo que esta celebración pueda tener ha sido de gran ayuda para la consecución de nuestros derechos. Posiblemente, si no hubiera sido así, nadie hubiera tomado al colectivo LGTB lo suficientemente en cuenta como para llevar a cabo una obra tan arriesgada.
Mientras tanto, seguimos con la asignatura de Educación para la Ciudadanía, esa asignatura que se aplica en dieciséis países de Europa bajo recomendación de la Unión Europea, cuya inspiración es la Constitución que los españoles nos dimos hace treinta años, y la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Debo decir, por tanto, que aún queda mucho por hacer.
