Breviario de campaña electoral
En algunas ocasiones, algunos hemos tenido la oportunidad de escuchar las más variopintas razones que algunas personas, influidas desde luego por esas mentes que se ocultan tras tantos micrófonos de este país, arguyen para decir cómo Zapatero llegó a la Moncloa. Algunas van desde la simple de que la gente se vio influida por el atentado del 11-M, y que por eso casi once millones dieron su voto al PSOE. Otras opiniones, las más retorcidas, llegan a hablar de manos negras en dicho atentado. Es decir, que poco menos o nada menos que hemos sido los socialistas los que pusimos las bombas...
Corría la primavera de 2003. Hacía poco tiempo que formaba parte de la militancia del Partido Socialista. Trabajando en la librería, cayó en mis manos este libro y me llamó la atención su reseña, la cual transcribo más abajo. Un ejemplar de ese título se halla en manos del actual Presidente del Gobierno español, dedicado por el autor de estas letras. Lo llevaba yo encima la noche en que el PP perdió la mayoría absoluta en la Comunidad de Madrid, noche de fiesta en el Círculo de Bellas Artes, con la esperanza de dárselo en mano al que por aquél entonces era Secretario General del PSOE. Se lo pude entregar a Trinidad Jiménez, la cual, finalmente, logró entregárselo a José Luís de mi parte. Recibí agradecimientos personales de nuestro Presidente. Creo que con ello tal vez pude poner un gran granito de arena.
En el año 64 a. C., Marco Tulio Cicerón inició la campaña electoral para el consulado romano. Su hermano pequeño, Quinto, se entretuvo en describirle de qué argucias debía servirse para poder ganarse el fervor de los votantes. Lo cierto es que, en julio de 64, obtuvo la unanimidad de las centurias y el cargo al que optaba, quién sabe si gracias a haber puesto en práctica los sabios consejos de su hermano. No deja de ser curioso que, veinte siglos más tarde, las recomendaciones del pequeño de los Cicerón sigan siendo sorprendentemente válidas. Giulio Andreotti observó con justeza que su autor, al escribir la carta que hoy presentamos, “no pudo imaginarse que su breve tratado pudiese ser leído a más de dos mil años de distancia y resultar extraordinariamente interesante, no sólo como documento histórico y literario, sino también por una especie de imprevisible actualidad en los hechos que describe”.